Tal vez si me llamaras por mi nombre ahora,
con esa voz de nieve,
con la canción de un aguacero de gotas blanquinegras,
me quedaría para ver el desfile de todos los relojes.
Sin cerrar mis párpados
como dos telones tristes y pesados,
te susurraría un camino dónde dejar tus huellas,
senderos de terciopelo y piel
de vientos caprichosos y caricias nuevas.
Su poema tiene un surrealismo adjunto que lo torna aún más lírico.
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